Pasaban las horas y el Lanzarote sigue su rumbo, adentrándose en el Atlántico, con la proa apuntando al oeste. El señor Tomás se había empeñado en que los jóvenes aprendieran muchas cosas de los barcos, sobre todo lo referente al vocabulario particular de los navegantes. Por eso, cuando los vio aburridos en un rincón de una de las cubiertas, les dijo:
- Vamos a empezar las clases de náutica.
- No sabemos dónde está Sebas – contestó Fede.
- No importa – repuso el señor Tomás –, comenzaremos sin él.
Bajaron a la sala de mando, cuyas paredes estaban repletas de láminas y cuadros de buques diversos, cartas de navegación, gráficos y objetos de decoración propios de los buques: un timón, un cuadro con nudos marineros y una escafandra de buzo. Además, en lugar prominente, se veía un cuadro enmarcando una foto antigua de un marino ya anciano.
- Primero, -comenzó el contramaestre- las partes principales de un buque, que son: proa, la delantera; popa, la posterior; estribor, el costado derecho, y babor, el otro costado. ¿Habéis entendido?
El señor Tomás explicaba todas estas cosas señalando con un lápiz el gráfico de un navío.
Para Sebas el tiempo se había detenido. Estaba tan ensimismado con la lectura de la novela que su mente vagaba en medio de la batalla, entre humo, bruma y resplandores de guerra. Seguía leyendo:
“...Un terrible chasquido sonó bajo nuestros pies en lo profundo del sollado de proa, ya enteramente anegado. El alcázar se inclinó violentamente de un lado y fue preciso que nos agarráramos fuertemente a la base de un molinete para no caer al agua. El piso nos faltaba; el último resto del “Rayo” iba a ser tragado por las olas...”
“...Marcial se dejó caer en la cubierta y luego dijo:
- Ya no hay esperanza, Gabrielillo. Ni ellos querrán volver, ni la mar les dejaría si lo intentaran. Puesto que Dios lo quiere, aquí hemos de morir los dos. Por mí nada me importa: soy un viejo y no sirvo para maldita la cosa... Pero tú..., tú eres un niño, y...
...No pudo hablar más. Yo me agarré fuertemente al cuerpo de Medio-hombre. Un violento golpe de mar sacudió la proa del navío y sentí el azote del agua sobre mi espalda. Cerré los ojos y pensé en Dios. En el mismo instante perdí toda sensación y no supe lo que ocurrió.”
“...Volvió, no sé cuándo, a iluminar turbiamente mi espíritu la noción de la vida; sentí un frío intensísimo, y sólo este accidente me dio a conocer la propia existencia, pues ningún recuerdo de lo pasado conservaba mi mente ni podía hacerme cargo de mi nueva situación. Cuando mis ideas se fueron aclarando y se desvanecía el letargo de mis sentidos, me encontré tendido en la playa. Algunos hombres estaban en derredor mío, observándome con interés. Lo primero que oí fue: “¡Pobrecito..., ya vuelve en sí!
...Diéronme a beber no sé qué; me llevaron a una casa cercana, y allí, junto al fuego y cuidado por una vieja, recobré la salud, aunque no las fuerzas. Entonces me dijeron que habiendo salido otra balandra a reconocer los restos del “Rayo”, y los de un navío francés que corrió igual suerte, me encontraron junto a Marcial, y pudieron salvarme la vida. Mi compañero de agonía estaba muerto...”
Cuestionario:
1. ¿En qué dirección navegaba el "Lanzarote"?
2. ¿Cómo se llama la parte izquierda de un buque, mirando la proa?
3. ¿Qué significa la frase del texto "el tiempo se había detenido"?
4. ¿Cuál es el nombre del barco en el que se encontraba Gabriel?
5. ¿Con qué compañeros estaba Gabriel cuando perdió el sentido?
6. ¿Qué edad debe tener Gabriel?
7. ¿Cuál fue el último pensamiento de Gabriel antes de desvanecerse?
8. ¿Qué sensación tuvo al volver en sí?
9. ¿Dónde se encontraba Gabriel cuando despertó?
10. ¿Qué le pasó al barco francés que estaba junto al "Rayo"?
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